ESPECIES de ESPACIOS de Arantxa Quirós

El universo, el espacio sideral nos envuelve y nos rodea a todos. Miremos donde miremos estaremos en este espacio, porque todo lo que hay en él le pertenece. Pero, ¿es infinito? ¿Hasta dónde llega? ¿Existe un final? Son preguntas que no tienen respuesta, porque nadie ha ido hasta el final del espacio, nadie lo ha descubierto, en el caso en que existiese. Por lo tanto vivimos dentro de un espacio donde la mayoría de éste es intransitado, desconocido, inhabitable, que ni siquiera aún ha sido completamente visto, y que dudo de que un día se termine de ver. Por lo que las preguntas que antes me hacía seguirán sin respuesta. Lo que es seguro es que en este significado de espacio hay mucho, valga la redundancia, espacio.
El mundo es sin duda más habitable y conocido por todos, pero que no por ello tenga menos grandezas. Entendiendo el mundo por el planeta Tierra significaría un espacio insignificante si lo comparamos con el descrito en el párrafo anterior, pero es más cercano para el Ser Humano que el universo, porque, si se me permite la frase, en el universo vivimos de manera más abstracta, mientras que en el mundo lo hacemos de manera más concreta.
Lo que quiero decir es que el Hombre siempre ha intentando conquistar el mundo, desde los antepasados más lejanos. Aunque es cierto que el universo también está siendo objeto de batallas, ésta es una lucha más reciente porque para acceder a este espacio es necesario medios tecnológicos mucho más avanzados, lo que no existía antiguamente. Pero como digo, el mundo, dividido entre la tierra, los océanos y los glaciares siempre han sido motivos de luchas, peleas y conquistas. Fueron probablemente los espacios más solicitados ya que éstos siempre han estado accesibles.
Europa, uno de los cinco (seis, si consideramos la Antártida) continentes del mundo o, "una de las cinco partes del mundo", posiblemente esté perdiendo su importancia ya que se crean diferentes espacios dentro del propio espacio. La Unión Europea es un organismo que no para de crecer, y aunque algunos países se resistan, creo que acabarán cediendo, y Europa pasará a llamarse Unión Europea. Se intenta crear un espacio nuevo dentro del espacio viejo, pero lo que es cierto es que el espacio no va a cambiar, va a seguir siendo el mismo.
El país es hoy día lo más amado y lo más odiado. Las fronteras, esas líneas imaginarias que separan un espacio de otro, son motivo de confrontaciones, incluso dentro de un mismo país. Se supone que los ciudadanos de una misma Nación deben protegerse entre sí, ayudarse entre sí, ser solidarios los unos con los otros, etc. Pero esto no ocurre en todos los países, y ningún ejemplo más claro que en el que vivimos nosotros.
La gente considera del campo un espacio de relajación, el huir de la rutina. Se habla en la obra de la "utopía campestre" o la "alternativa nostálgica". Es el lugar donde la gente va a "desconectar", a olvidarse de sus problemas y preocupaciones. Aunque lo cierto es que muchas personas guardan ahí esos problemas, y me refiero a la gente que trabaja y vive en el campo.
Me gusta el campo. Me gusta correr por el verde de la hierba, respirar aire puro, encender una chimenea, etc. Pero no es a lo que estoy acostumbrada. Si me trasladase a vivir al campo, llevaría todas mis preocupaciones conmigo y lo vería de distinta manera. He vivido toda mi vida en la ciudad por lo que la considero mi espacio.
Hablando de ciudad, es el siguiente espacio que quiero mencionar. Es la antítesis del campo. Mucha gente, muchos edificios, coches, bastante contaminación, demasiados objetos, locales, etc. La gente tiende a describir a la ciudad de esta manera, y se asocia con el agotamiento, con el estrés, con la preocupación, con la ansiedad, y el resto de adjetivos que hemos oído muchas veces. Pero lo cierto es que a mi me gusta. Yo salgo de la ciudad y no aguanto ni una semana, no me acostumbro. Lo mío es ver correr a la gente llena de preocupaciones y de estrés, ver esos edificios altos con muchas personas trabajando de sol a sol, escuchar el motor de los coches, motos y autobuses. Este es mi sitio, este es mi espacio.
El barrio tiendo a asociarlo con mi infancia. Es donde pasé la mayor parte de mis tardes, con mis amigos y vecinos. El barrio es un espacio al que calificaría de nostálgico, porque miro hacia atrás y lo recuerdo con mucho cariño. Dentro de cualquier ciudad lo que caracteriza a las personas es según el barrio que procedan. Esto no quiere decir que todos los que vivan en un barrio tienen que tener la misma personalidad, pero también es cierto que toda regla general tiene sus excepciones. Siempre me he sentido identificada con mi barrio, sentía orgullo afirmar de donde procedía.
La calle en la que vivía (mi calle) era la imagen más vista desde que era pequeña. Y siempre la veía desde el balcón de mi casa. Cuando apenas tenía cinco años sentía mucha curiosidad en saber qué era lo que observaban esos señores y señoras desde sus balcones durante horas y horas. Yo, claro, les veía desde abajo, porque no llegaba a la barandilla de mi balcón. Hasta que logré ponerme de puntillas y asomar los ojos. Esas personas que tan curiosamente miraban hacia abajo no veían más que la calle y su gente paseando. Además, eran siempre los mismos: los vecinos que iban a la verdulería, a comprar el pan, a aparcar el coche enfrente de casa, etc. Lo que para mi era un aburrimiento para ellos era una rutina.
Pero sin darme cuenta fueron pasando los días y no había una tarde donde no pasara al menos media hora viendo a través de la ventana. Pues bien, empecé a valorar mi calle, y ahora me doy cuenta de cómo un espacio puede verse de una manera y transformarse en otra sin que nada cambie.
Poco a poco vamos entrando en un ámbito espacial más privado, y empezamos por el inmueble. Mi inmueble era el mejor, pero seguramente todos dirían lo mismo del suyo. Para mi era el mejor porque la mayoría de mis amigos vivían en él también, y si necesitaba jugar con ellos, o simplemente ver la televisión acompañada, solo tenía que subir o bajar varios escalones. Puede parecer una tontería, pero fardaba de ello delante de los que no eran de mi edificio, otros que en las noches de invierno si necesitaban salir a la calle para venir a visitarme, o visitar alguno de mis vecinos. Además, tan importante era para mí que hice del número del portal mi número de la suerte: el seis. No tiene ninguna explicación, ningún significado, simplemente lo hice así. Esto puede representar la importancia que le ha dado a mi vida.
Al apartamento lo llamaré "mi casa". La verdad es que ha sido muy importante para mi. Es donde he recibido la educación que considero más importante en mi vida: la de mis padres. Es un espacio que sigue vigente en mi, del cual no me olvidaré en absoluto.
La verdad es que me he dado cuenta de que todo espacio es útil, esté utilizado o vacío. Para eso sirve el espacio: para rellenarlo de cosas prescindibles e imprescindibles, y para vaciarlo de cosas imprescindibles y prescindibles.
Si la habitación tuviera ojos y boca sabría decir todo lo que he pasado. Muchas veces cuando me sentaba en mi mesa de estudio para hacer un trabajo o para preparar un examen pensaba "si juntase todas las horas que me he pasado aquí sentada, ¿cuántas serían?", seguramente perdería la cuenta. Este espacio ha sido testigo de mi felicidad y de mi tristeza, de mis logros y de mis fracasos, del paso de mi vida. Me ha visto crecer, cambiar, reír, llorar, cantar, estudiar, bailar, dormir y seguir durmiendo. La habitación no era solo un espacio, era mi espacio.
En cuanto a mi cama, puedo afirmar que constituye mi espacio más precioso dentro de mi propio espacio (de mi habitación). Mi cama y, en concreto, mi almohada, me han visto llorar y reír, han soportado saltos, cosquillas. Ella era mi confidente: le contaba mis secretos y me imaginaba sus consejos. Era un espacio que me hablaba, que me susurraba.

Por último, la página, o las páginas. Aunque no haya escrito sèver la, ni de izquierda a derecha,
ni de a
r
r
i
b
a

a
b
a
j
o
creo que cada espacio es muy preciado y se puede jugar de muchas maneras con él.
Estamos en un mundo lleno de espacios, donde cada uno tiene una atribución, donde uno se complementa con el otro. El espacio puede ser símbolo de disputa y de diversidad, pero nadie duda de que también representa personalidad e intimidad.